Las recientes tendencias en
la producción, elaboración,
comercialización, promoción y
venta minorista de alimentos han
contribuido al aumento de las
enfermedades no transmisibles
ligadas a la dieta. Las posibles
repercusiones de una reforma
del comercio pueden afectar a la
dieta y la transición nutricional.
Es necesario tener en cuenta
la influencia de los acuerdos
económicos y políticas nacionales
e internacionales en la salud y
la equidad (22). Los alimentos
procesados, de alto contenido
calórico y bajo valor nutricional y las
bebidas azucaradas, con porciones
de tamaño cada vez mayor y a
precios asequibles, han sustituido a
los alimentos frescos sometidos a una
mínima elaboración y al agua en
muchos entornos escolares y en las
comidas en familia. El fácil acceso a
alimentos de alto contenido calórico
y bebidas azucaradas y el aliciente
tácito, por medio de promociones
comerciales, a la compra de
porciones más grandes han
contribuido al aumento de la ingesta
calórica en muchas poblaciones.
Desde el primer año de vida pueden fomentarse hábitos sanos de
alimentación, que tienen dimensiones biológicas y conductuales. Ello exige
que el cuidador del niño entienda la relación entre la alimentación y la salud,
y las conductas que fomentan y refuerzan el establecimiento de esos hábitos
sanos. Disponer de sistemas de etiquetado de alimentos sencillos y fáciles de
entender puede apoyar las actividades educativas sobre la nutrición y ayudar
a los cuidadores y los niños a elegir productos más sanos.
Según datos científicos recientes, la
actividad física empieza a descender
desde que el niño entra a la escuela
(35). En el ámbito mundial, en 2010
el 81% de los adolescentes entre 11
y 17 años no realizaba suficiente
ejercicio físico. Las adolescentes
mantenían menos actividad física que
los varones: un 84% de las muchachas
frente al 78%1 de los muchachos no
alcanzaban los 60 minutos diarios
de actividad física de intensidad
moderada a elevada recomendados
por la OMS (36). En la mayoría de
los países, realizar poco ejercicio está
pasando a ser la norma social, y es
un factor importante en la epidemia
de obesidad. La actividad física
puede reducir el riesgo de diabetes,
enfermedades cardiovasculares y
cáncer (37), y mejorar la capacidad
de los niños de aprender, así como
su salud mental y bienestar. Los
datos más recientes indican que la
obesidad, a su vez, reduce el nivel de
actividad física y genera un círculo
vicioso en el que se produce un
aumento de la grasa corporal y un
descenso de la actividad física.
Los hábitos de práctica de ejercicio
físico a lo largo de la vida pueden
verse determinados en gran parte por
las experiencias que se tienen de niño.
La creación de comunidades seguras,
que favorecen la actividad física y
en las que se permite e impulsa el
transporte activo (el desplazamiento
a pie, en bicicleta, etc.) y la
participación en actividades físicas y
en un tipo de vida activo, redundará
en beneficio de toda la sociedad.
Es necesario prestar una atención
especial a mejorar el acceso y
participación en actividades físicas de
los niños con sobrepeso y obesidad,
los desfavorecidos, los niños con
discapacidades, y las niñas.
La actividad física aporta beneficios para la salud sumamente importantes
en los niños y adolescentes: aumenta la capacidad cardiorespiratoria y
muscular, reduce la grasa corporal y mejora la salud ósea. Ademas de que algunas rutinas de ejercicio contribuyen a la motricidad y coordinacion
Actualmente podemos encontrar diferentes maneras de ejercitarnos tanto las personas grandes como las pequeñas, por ejemplo bicicleta de montaña, yoga, pilates, caminatas de 30 minutos y hasta la zumba que puede llegar a ser un poco mas divertida seguramente cerca de tu lugar de residencia hay algún lugar donde lo impartan. Lo importante es hacer una actividad que les llame la atención y les guste pero sobre todo que la disfruten.
Referencias:
http://apps.who.int/iris/bitstream/10665/206450/1/9789243510064_spa.pdf
http://www.who.int/dietphysicalactivity/childhood/es/
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