domingo, 12 de noviembre de 2017

Intervenciones para prevenir la obesidad infantil

                                Intervenciones para prevenir la obesidad infantil
La evidencia actual sugiere que numerosas intervenciones de dieta y ejercicios para prevenir la obesidad en los niños no son efectivas para prevenir el aumento de peso, pero pueden serlo para promover una alimentación saludable y mayores niveles de actividad física.
Poseer demasiado sobrepeso (obesidad) puede causar problemas de salud, psicológicos y sociales en los niños. Los niños obesos tienen mayor probabilidad de presentar problemas de peso y de salud cuando sean adultos. Los programas diseñados para prevenir la obesidad se centran en modificar uno o más de los factores que se consideran promotores de la obesidad.
Esta revisión incluyó 22 estudios que evaluaban una variedad de programas de intervención que incluían el incremento de la actividad física y cambios alimentarios, solos o en combinación. Los participantes tenían menos de 18 años de edad y residían en Asia, América del Sur, Europa o Norteamérica. No hay suficiente evidencia a partir de los ensayos para probar que cualquier programa en particular puede prevenir la obesidad en los niños, aunque las estrategias exhaustivas para abordar el cambio en la dieta y la actividad física, junto con el apoyo psicosocial y el cambio ambiental, pueden ayudar. Hubo una tendencia de las intervenciones más nuevas a involucrar a la comunidad respectiva y a incluir evaluaciones.
La investigación futura podría evaluar de manera útil los cambios realizados en beneficio de toda una población, como las mejorías en el tipo de alimentos disponibles en las escuelas y en la disponibilidad de lugares seguros para correr y jugar, y deberían evaluar los efectos sobre la salud y los costos durante varios años.
Los programas en esta revisión usaron diferentes estrategias para prevenir la obesidad, de modo que fue difícil realizar comparaciones directas. Además, la duración de los estudios varió de 12 semanas a tres años, pero la mayoría duró menos de un año.

                                         Prevenir la obesidad infantil en diez pasos

  1. Servir raciones adecuadas para la edad del niño. Un estudio reciente ha observado que el tamaño de la vajilla influye, como en el adulto, en el volumen de comida ingerido por el menor.
  1. Tener en el hogar una variedad de hortalizas, frutas y cereales integrales (pan integral, pasta integral, arroz integral, etc).
  1. Escoger leche y productos lácteos bajos en grasa o desnatados.
  1. Limitar el consumo de carnes rojas o de derivados cárnicos.
  1. Promover el consumo de legumbres y frutos secos.
  1. Retirar de la vista del niño las tentaciones ricas en calorías (lo mejor es no tenerlas en el hogar).
  1. Fomentar la actividad física, sin olvidar que los niños imitan a los adultos: si los padres hacen deporte, los hijos también lo harán. Para prevenir la obesidad, el mínimo de tiempo diario que deberían dedicar los niños a realizar actividades de intensidad de moderada a vigorosa asciende a 60 minutos. Una revisión acaba de comprobar que el sedentarismo en la adolescencia es la norma.
  1. La bebida de elección para calmar la sed debe ser el agua. El consumo habitual de zumos está desaconsejado.
  1. Se debe limitar el consumo de azúcar, bollería y, sobre todo, bebidas azucaradas ("refrescos"). Diversos expertos consideran que se debería enviar "mensajes claros" a la población sobre los efectos negativos de dichas bebidas.
  1. Restringir a no más de 2 horas diarias el tiempo que los niños dedican a ver televisión, jugar a videojuegos o a navegar por Internet (los menores de 2 años de edad no deberían ver la televisión). Un estudio aparecido en abril de 2013 en BMJ Open señala que los hijos de padres que ven mucha televisión suelen repetir su (mal) ejemplo.


De igual forma que los padres siguen criterios concretos a la hora de escoger un colegio o un colchón para su hijo, deberían tener presentes ciertas recomendaciones para prevenir la obesidad. Aunque el papel de las administraciones es tan o más importante que el de los individuos (tal y como han confirmado en febrero de 2013 investigadores de la Universidad de Zaragoza), a continuación se citan una serie de consejos para que padres o cuidadores prevengan, en la medida de sus posibilidades, esta enfermedad.
Los pequeños cambios son poderosos, y sobre ellos inciden todas las entidades implicadas en la salud infantil desde hace varios años. La siguiente lista detalla los más relevantes. Se han adaptado a partir de consideraciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

ESTADÍSTICAS DE OBESIDAD

                                                             

                                                                 Datos y cifras

  • Desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo.
  • En 2016, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos.
  • En 2016, el 39% de las personas adultas de 18 o más años tenían sobrepeso, y el 13% eran obesas.
  • La mayoría de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas de personas que la insuficiencia ponderal.
  • En 2016, 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos.
  • En 2016 había más de 340 millones de niños y adolescentes (de 5 a 19 años) con sobrepeso u obesidad.
  • En 2017 La obesidad puede prevenirse.   


  

DATOS IMPORTANTES DE LA OBESIDAD

La obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, y cada año mueren, como mínimo, 2,8 millones de personas a causa de la obesidad o sobrepeso.
Aunque anteriormente se consideraba un problema confinado a los países de altos ingresos, en la actualidad la obesidad también es prevalente en los países de ingresos bajos y medianos.
Los gobiernos, los asociados internacionales, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado tienen una función crucial en la prevención de la obesidad.


                                                  Morbilidad asociada a la obesidad
En muchos estudios de casos, repetidamente se han identificado trastornos depresivos, ansiosos, insatisfacción con su imagen corporal y baja autoestima en niños obesos. Esta frecuencia es superior en chicas que en chicos y se incrementa con la edad, se incrementa cuando se asocia al antecedente de obesidad en los padres aun cuando no se ha podido demostrar en lactantes obesos un incremento en el riesgo de obesidad adulta ni en la morbilidad asociada a la obesidad infantil. También señala que del 8 al 13% (riesgo atribuible) de las obesidades adultas podrían haber sido evitadas si se hubieran tratado en la infancia ya que la mayoría fueron obesidades de instauración en la edad adulta. Sin embargo, dado el sesgo de selección presente en las muestras, los resultados no pueden ser extrapolados a todos los menores obesos ya que estas investigaciones fueron realizadas en niños obesos que asisten a consultan por esa causa.

                                                    La obesidad en niños


Desde los años ochentas, los niños han tenido la inclinación por consumir alimentos distintos a los acostumbraos en la familia; desean comer la denominada “rápida” como hamburguesas, pizzas, hotdogs, pollo frito, etc. Aquellos de familias de recursos económicos bajos, comen de lo que hay en casa y buscan otro sabor que disfrutar inclinándose por la comida chatarra. Asimismo, la actividad física se hace cada vez más inaudita; lo peor es que se está heredando a los niños estos hábitos de vida pasiva.
En Europa, por ejemplo, los niños no acostumbran el ejercicio físico y los sectores de salud tienen como prioridad la actividad física. En la población infantil, el hábito de ejercicio físico es bajo y disminuye al aumentar la edad. Monroy (2008) nos muestra una nota alarmante sobre el aumento de la obesidad en los países desarrollados:
“Poco más de 30 años han sido necesarios para considerar a la obesidad un problema de salud pública de orden mundial y en rápido ascenso. Datos importantes revelan que en EUA el 55% de los adultos tienen sobrepeso y una cuarta parte de ellos obesidad. En cuanto a la obesidad infantil en Europa, el problema es tan grave que en los últimos 10 años el número de niños con sobrepeso se ha incrementado por lo menos en 400 000 habitantes cada año de los cuales 85 000 son obesos. Es significativo resaltar que la obesidad coexiste con problemas opuestos como la desnutrición en países como Brasil y México, en donde la obesidad ha dejado de ser un problema de los estratos económicos relativamente altos para pasar a ser un indicador de pobreza, tal y como sucede en los países desarrollados.”
En México también se ha caído en el descuido. La mayoría de la población es de nivel socioeconómico bajo y por lo tanto existen factores que hacen más vulnerable a la gente a sufrir una inmensa desnutrición y obesidad. Comenta Figueroa (2009) “La obesidad tiene una etiología multifactorial en la que los factores de mayor fuerza se relacionan con los estilos de vida. Tanto el nivel socioeconómico podría condicionar la presencia de obesidad como la obesidad podría tener consecuencias sociales en el individuo (si la movilidad social es el factor más relevante, es la obesidad la que condicionaría la posición social del individuo)”. En el 2003, llevó a cabo una investigación con niñas y niños mexicanos de cinco a once años y concluyó que:
“El sobrepeso y obesidad son problemas de salud de alta prevalencia en niños en edad escolar en México, especialmente en niñas, y se asocia positivamente con el nivel socioeconómico, la edad de los escolares y la escolaridad de las madres. Asimismo, tienen mayor prevalencia de síndrome metabólico. A parte de la cuestión económica, existen otros aspectos que generan la obesidad en la sociedad como el político y social. Algunos temas que no ponen importancia en los centros de educación son el acoso escolar, el maltrato infantil, la pobreza, la autolesión y la obesidad, esta última especialmente en educación infantil y primaria.”
Se debe tener considerar a la obesidad como un problema que trae otras consecuencias, como lo menciona Monroy (2008) “La epidemia de obesidad abarca muchos problemas tanto individuales como sociales, como un riesgo mayor de muerte prematura, disminución de la calidad de vida y costos de salud elevados”. En general, los factores determinantes más estudiados de la obesidad están relacionados con el estilo de vida, especialmente el binomio alimentación y actividad física (Ferreira y Wanderley, 2009). Al respecto Figueroa (2009) expone que,
“La obesidad no debe ser considerada únicamente como un disturbio producido por el desequilibrio entre las necesidades energéticas y la alimentación, sino como un disturbio nutricional que puede coexistir con deficiencias de micronutrientes y otras enfermedades carenciales, particularmente en los grupos socioeconómicos más vulnerables.”




                                     La familia y obesidad en niños
Los padres informados de la obesidad y sobrepeso están preocupados y se dedican en inculcar a sus hijos para prevenir este mal. Bosch, et al. (2010) en su estudio proporcionan algunos aspectos que se debe de tener en cuenta para la intervención tanto a nivel comunitario como familiar sobre la obesidad infantil. Un factor que condiciona a los niños a consumir alimentos “chatarra” son los medios de comunicación (Mota, 2009). Otro factor es el aumento indiscriminado de los restaurantes de comida rápida.
Figueroa (2009) menciona que “urge priorizar la obesidad en condiciones de pobreza”. A continuación se citan varios autores para explicar los diferentes factores que producen obesidad:
De Onis y Blössner (2000) señalan que una característica común encontrada son las altas tasas de obesidad en mujeres de bajos ingresos y el aumento de la obesidad en niños menores de cinco años de las ciudades más pobres.
Figueroa (2009) y Peña y Bacallao (2001) mencionan que el incremento tan abrupto de la obesidad que ha ocurrido en las últimas décadas, así como su gran extensión, obedece principalmente a cambios importantes en la alimentación de la población, al patrón de actividad física y a otros factores de índole sociocultural como son los medios de comunicación.


NOTAS INFORMATIVAS

La obesidad infantil

Leí hace unos días una noticia de gran impacto para la salud pública mundial, y en especial para México: en cinco años habrá más niños obesos que desnutridos en el mundo. Tanto la falta de una alimentación balanceada como el exceso en el consumo de alimentos procesados son causa de una crisis global de malnutrición, según concluyó el estudio del Imperial College de Londres y la Organización Mundial de la Salud (OMS). 
En los últimos 40 años, el número de niños obesos en el mundo se ha multiplicado por diez, y, de mantenerse las condiciones actuales, para 2022 habrá más población infantil y adolescente con obesidad que desnutrida, calcula este estudio.
Otro de los aspectos destacados es que la tendencia al sobrepeso crece especialmente en los países en desarrollo, mientras que se ha estancado en las naciones ricas. “Estas tendencias preocupantes reflejan el impacto de la mercadotecnia de la comida en todo el mundo y el hecho de que la comida sana sea demasiado cara para ser adquirida por las familias pobres”, explicó en una videoconferencia desde Londres Majid Ezzati, principal autor del texto. Consultado sobre las razones por las que se ha estancado en los países ricos, explicó que seguramente “en los primeros años de la década de 2000 se dieron cuenta de la tendencia al alza de los índices de obesidad y reaccionaron aplicando políticas públicas que al menos frenaron el crecimiento exponencial”.
Y ¿por qué es preocupante que los niños y los jóvenes sean obesos? La salud es una de las principales fuentes de bienestar de las personas. Es también uno de los principales componentes del llamado capital humano y, como tal, uno de los determinantes del crecimiento económico y la pobreza de cualquier país. Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. El sistema de salud mexicano no podrá resistir esas cargas financieras de las enfermedades crónicas.
El sobrepeso y la obesidad son, en gran medida, prevenibles. Por consiguiente, hay que dar una gran prioridad a la prevención de la obesidad infantil. Según la OMS, la causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantil es atribuible a varios factores, tales como: el cambio dietético mundial hacia un aumento de la ingesta de alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables.
También obedece a un cambio social que no está relacionado únicamente con el comportamiento del niño, sino también cada vez más con el desarrollo social y económico y, desde luego, con los malos hábitos de su entorno familiar. También hay que considerar que se ha presentado una disminución de la actividad física en niños y jóvenes debido al aumento de la naturaleza sedentaria de muchas actividades recreativas, tales como la televisión y los videojuegos.
No podemos dejar de lado que nuestro país es el principal consumidor de refrescos y bebidas azucaradas, promediando 163 litros por persona al año. Actualmente, México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil, y el segundo en obesidad en adultos, precedido sólo por Estados Unidos. Problema que está presente no sólo en la infancia y la adolescencia, sino también en población en edad preescolar. Datos de la Ensanut (Encuesta Nacional de Salud y Nutrición) indican que uno de cada tres adolescentes de entre 12 y 19 años presenta sobrepeso u obesidad. Para los escolares, la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad ascendió un promedio de 26% para ambos sexos, lo cual representa más de 4.1 millones de escolares conviviendo con este problema.
En cuanto a la prevalencia de obesidad en niños por entidad federativa en México, son seis las entidades que pasan de 20 por ciento de su población: Baja California Sur, Campeche, Nuevo León, Tabasco, Tamaulipas y Yucatán, en orden alfabético.
Los hábitos alimenticios comienzan en casa. Soy mamá de una preescolar de seis años, quien me cuenta que a sus compañeros les mandan de lunch, por ejemplo: salami, salchichas, refrescos, pan de dulce, tamales, golosinas, etcétera. Así que para combatir este problema grave es esencial crear una educación integral respecto de los hábitos y dietas que pueden ayudar a mejorar la salud de nuestros niños.
El cambio está en todos, no permitamos que nuestros niños sigan enfermando y muriendo por causas como ésta. El sobrepeso y la obesidad son condiciones de salud prevenibles. Las políticas, los entornos, las escuelas y las comunidades son fundamentales, pues condicionan las decisiones de los padres y los niños, y pueden hacer que los alimentos más saludables y la actividad física regular sean la opción más sencilla, previniendo, así, la obesidad.
Referencias:
http://ensanut.insp.mx/ensanut2016/descarga_bases.php#.WgkwW1vWzIU
http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs311/es/

ENLACE INFORMATIVO

PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN Y RECOMENDACIONES


Las recientes tendencias en la producción, elaboración, comercialización, promoción y venta minorista de alimentos han contribuido al aumento de las enfermedades no transmisibles ligadas a la dieta. Las posibles repercusiones de una reforma del comercio pueden afectar a la dieta y la transición nutricional. Es necesario tener en cuenta la influencia de los acuerdos económicos y políticas nacionales e internacionales en la salud y la equidad (22). Los alimentos procesados, de alto contenido calórico y bajo valor nutricional y las bebidas azucaradas, con porciones de tamaño cada vez mayor y a precios asequibles, han sustituido a los alimentos frescos sometidos a una mínima elaboración y al agua en muchos entornos escolares y en las comidas en familia. El fácil acceso a alimentos de alto contenido calórico y bebidas azucaradas y el aliciente tácito, por medio de promociones comerciales, a la compra de porciones más grandes han contribuido al aumento de la ingesta calórica en muchas poblaciones. 

Desde el primer año de vida pueden fomentarse hábitos sanos de alimentación, que tienen dimensiones biológicas y conductuales. Ello exige que el cuidador del niño entienda la relación entre la alimentación y la salud, y las conductas que fomentan y refuerzan el establecimiento de esos hábitos sanos. Disponer de sistemas de etiquetado de alimentos sencillos y fáciles de entender puede apoyar las actividades educativas sobre la nutrición y ayudar a los cuidadores y los niños a elegir productos más sanos. 

Según datos científicos recientes, la actividad física empieza a descender desde que el niño entra a la escuela (35). En el ámbito mundial, en 2010 el 81% de los adolescentes entre 11 y 17 años no realizaba suficiente ejercicio físico. Las adolescentes mantenían menos actividad física que los varones: un 84% de las muchachas frente al 78%1 de los muchachos no alcanzaban los 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada a elevada recomendados por la OMS (36). En la mayoría de los países, realizar poco ejercicio está pasando a ser la norma social, y es un factor importante en la epidemia de obesidad. La actividad física puede reducir el riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer (37), y mejorar la capacidad de los niños de aprender, así como su salud mental y bienestar. Los datos más recientes indican que la obesidad, a su vez, reduce el nivel de actividad física y genera un círculo vicioso en el que se produce un aumento de la grasa corporal y un descenso de la actividad física.

Los hábitos de práctica de ejercicio físico a lo largo de la vida pueden verse determinados en gran parte por las experiencias que se tienen de niño. La creación de comunidades seguras, que favorecen la actividad física y en las que se permite e impulsa el transporte activo (el desplazamiento a pie, en bicicleta, etc.) y la participación en actividades físicas y en un tipo de vida activo, redundará en beneficio de toda la sociedad. Es necesario prestar una atención especial a mejorar el acceso y participación en actividades físicas de los niños con sobrepeso y obesidad, los desfavorecidos, los niños con discapacidades, y las niñas. 


La actividad física aporta beneficios para la salud sumamente importantes en los niños y adolescentes: aumenta la capacidad cardiorespiratoria y muscular, reduce la grasa corporal y mejora la salud ósea. Ademas de que algunas rutinas de ejercicio contribuyen a la motricidad y coordinacion

Actualmente podemos encontrar diferentes maneras de ejercitarnos tanto las personas grandes como las pequeñas, por ejemplo bicicleta de montaña, yoga, pilates, caminatas de 30 minutos y hasta la zumba que puede llegar a ser un poco mas divertida seguramente cerca de tu lugar de residencia hay algún lugar donde lo impartan. Lo importante es hacer una actividad que les llame la atención y les guste pero sobre todo que la disfruten.


Referencias:

http://apps.who.int/iris/bitstream/10665/206450/1/9789243510064_spa.pdf
http://www.who.int/dietphysicalactivity/childhood/es/

sábado, 11 de noviembre de 2017

OBESIDAD INFANTIL Y PSICOLOGÍA

OBESIDAD INFANTIL Y PSICOLOGÍA

"La obesidad supone una enorme carga psicológica... en términos de sufrimiento, la carga puede ser el mayor efecto adverso de la obesidad". Pero estas negativas consecuencias psicológicas, a diferencia de sus efectos físicos, no son resultado inevitable de la obesidad, sino que derivan de la discriminación social desarrollada hacia las personas obesas, tendente a etiquetar a tales individuos como glotones y enfermos. El niño obeso se convierte con frecuencia entre sus iguales en motivo de insultos, rechazo y discriminación. Es bastante probable que tales vivencias dejen huella en la personalidad de éste (en unos más que en otros dependiendo de múltiples circunstancias, tales como características personales, sociales, familiares, etc.) y dificulten en mayor medida su adaptación personal, social y escolar respecto a sus iguales no obesos.


En torno a estas reflexiones se ha profundizado con un trabajo de investigación cuyo objetivo fue determinar si existían aspectos propios, específicos y característicos de los niños obesos, en las siguientes áreas:
Desarrollo evolutivo
Rasgos de personalidad
Nivel de adaptación personal, escolar y social.
Para ello se comparó a un grupo de menores obesos con otros dos grupos: sanos de peso normal y diabéticos. En este último grupo, se intentaron controlar los efectos derivados de padecer una enfermedad crónica y la necesidad de asumir ciertas limitaciones dietéticas, aspectos ambos compartidos por los dos grupos. Se realizó una evaluación de todos los participantes mediante un inventario sociobiográfico, con el que se valoraron algunos aspectos del desarrollo evolutivo del menor, el Cuestionario de Personalidad para niños (CPQ) y el Test Autoevaluativo de Adaptación Infantil (TAMAI).
Desde la Psicología, ha sido el psicoanálisis una de las corrientes encargadas de basar los orígenes de la obesidad en las primeras relaciones madre-hijo, centralizadas especialmente en torno a la alimentación y viéndose afectado el posterior desarrollo evolutivo del niño y consecuentemente su personalidad. Los datos obtenidos a partir del presente estudio se alejan de estos postulados ya que, por un lado, no se observa en el niño obeso un desarrollo evolutivo diferente del de sus iguales diabéticos y sanos de peso normal, ni siquiera en los aspectos que giran en torno a la alimentación de los primeros tiempos y, por otro, tampoco se aprecian unos rasgos de personalidad propios del obeso, tal y como durante algún tiempo se ha defendido. Sí se advierten una serie de características de personalidad que los hacen diferentes de la población de niños sanos de peso normal, pero que comparten con el grupo de diabéticos. Ambos grupos manifiestan un carácter más dependiente, impresionable, sobreprotegido, poco expresivo, sumiso y prudente que los niños sanos de peso normal, quienes reflejan un temple más independiente, entusiasta, obstinado, vivo o perspicaz. La convivencia con la enfermedad los sitúa en situación de desventaja con respecto a sus compañeros sanos, puesto que les obliga a someterse a una serie de exigencias que contribuyen a aumentar la probabilidad de que su adaptación a la cotidianidad sea más difícil y problemática.

A pesar de las mayores exigencias y limitaciones que sufre el niño diabético para con el control de su enfermedad, fueron los obesos los que presentaron los mayores índices de inadaptación y malestar personal, y más concretamente las niñas, siendo con mucha probabilidad el factor visibilidad de la enfermedad el que favorece la peor adaptación. Acorde con la bibliografía, se reconoce el sexo femenino como factor de riesgo psicopatológico entre los obesos y es que la presión social para que la fémina esté delgada, especialmente en países desarrollados, acarrea un mayor estigma en ésta y la sitúa en una posición más vulnerable y propensa a experimentar distorsión de la imagen corporal, bajo auto concepto y atribuciones pesimistas.

En la actualidad "estar gordo", y más concretamente "gorda", no está permitido en una sociedad en la que imperan otros modelos que se acercan a lo esbelto, delgado y, si se apura, a lo anoréxico y desnutrido. Esta moda impregna nuestra cultura hasta el punto de que los pequeños lo aprenden prácticamente desde que nacen ya que, casi de forma innata, no dudan en discriminar atacando cruelmente mediante insultos, a todo aquel compañero que exceda las medidas establecidas por la moda. El estigma social de la obesidad tiene un efecto negativo sobre el auto concepto del sujeto siendo su componente visible el causante de este malestar.


Queda reflejado en este estudio el nocivo papel que juega la actual sociedad de la imagen sobre la población obesa infantil, carente de uno de los bienes más preciados: la delgadez; expuesta a las más duras críticas al portar sobre sí ciertos excesos que con frecuencia se atribuyen, de forma libre y gratuita, a la simple dejadez y falta de voluntad, sin conceder el más mínimo valor a la posibilidad de que en ello tengan peso otros factores predisponentes que se escapan del control del propio sujeto.
Referencias: 

Massa Hortigüela, C. (1999). La imagen propia en la obesidad infantil. Secretariado de publicaciones e intercambio editorial. Universidad de Valladolid. 

Remesal Cobreros, R. (2008). Desarrollo evolutivo, personalidad y nivel de adaptación de un grupo de menores obesos. Apuntes de psicología, 26 (3), 411-426. 

OBESIDAD INFANTIL


¿Qué son el sobrepeso y la obesidad?

El sobrepeso y la obesidad se definen como «una acumulación anormal o excesiva de grasa que supone un riesgo para la salud».

Medición del sobrepeso y la obesidad

Una de las características que definen la infancia y la adolescencia es el crecimiento: los cambios en el peso, la estatura y las proporciones del cuerpo.
Entre los 4 y los 9-10 años se suele aumentar dos kilos cada año mientras se crecen 5-6 cms en altura. El “estirón” de la pubertad ocurre a lo largo de los siguientes 4-6 años, en los que se crece más rápidamente. La talla definitiva suele alcanzarse hacia los 14-16 años en las chicas y los 16-19 años en los chicos.

Además de determinar el peso y la estatura, es importante conocer el Índice de Masa Corporal (IMC) que correlaciona ambas medidas con una fórmula matemática y sirve para conocer de forma bastante aproximada la cantidad de grasa que contiene el cuerpo de una persona.
En los adultos el cálculo del IMC se hace de manera directa, sin necesidad de corregir por otras tablas. Así si un adulto tiene un IMC:
Menos de 18,5: bajo peso
Entre 18,5 y 24,9: normopeso
Entre 25 y 29,9: sobrepeso
30 o más: obesidad
Durante la infancia, el IMC va cambiando y por eso no se pueden usar valores fijos para apreciar si una niña o un niño tienen exceso de peso. En este caso hay que utilizar unas tablas especiales “Percentiles de IMC por edad” diferentes para chicos y chicas.
Los criterios más estandarizados son que un percentil en la tabla de IMC entre 3 y 85 corresponde a un peso normal, entre 85 y 95 a sobrepeso y más de 95, a obesidad. Por otra parte, si el percentil es menor de 3, se puede catalogar como una situación de bajo peso.


Consecuencias de los modos de vida poco saludables durante la infancia

La obesidad infantil se asocia a una mayor probabilidad de muerte y discapacidad prematuras en la edad adulta. Los niños con sobrepeso u obesos tienen mayores probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta y de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.

El riesgo de la mayoría de las enfermedades no transmisibles resultantes de la obesidad depende en parte de la edad de inicio y de la duración de la obesidad. La obesidad en la infancia y la adolescencia tienen consecuencias para la salud tanto a corto como a largo plazo. Las consecuencias más importantes del sobrepeso y la obesidad infantiles, que a menudo no se manifiestan hasta la edad adulta, son:
Enfermedades cardiovasculares (principalmente las cardiopatías y los accidentes vasculares cerebrales)
Diabetes
Trastornos del aparato locomotor, en particular la artrosis
Ciertos tipos de cáncer (de endometrio, mama y colon).



Causas por las que los niños y adolescentes se vuelven obesos

La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantiles es el desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto calórico. El aumento mundial del sobrepeso y la obesidad infantiles es atribuible a varios factores, tales como:
El cambio dietético mundial hacia un aumento de la ingesta de alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables.
La tendencia a la disminución de la actividad física debido al aumento de la naturaleza sedentaria de muchas actividades recreativas, el cambio de los modos de transporte y la creciente urbanización.

Causas sociales de la epidemia de obesidad infantil:

La obesidad infantil no esta relacionada únicamente con el comportamiento del niño ( dieta malsana, escasa actividad física), sino también , cada vez más con el desarrollo social y económico y las políticas en materia de agricultura, transportes, planificación urbana, medio ambiente, educación y procesamiento, distribución y comercialización de los alimentos.

El problema es social y por tanto requiere de un enfoque poblacional, multisectorial, multidisciplinar y adaptado a las circunstancias culturales.

Al contrario de la mayoría de los adultos, los niños y adolescentes no pueden elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen. Asimismo, tienen una capacidad limitada para comprender las consecuencias a largo plazo de su comportamiento. Por consiguiente necesitan una atención especial en la lucha contra la epidemia de obesidad.

Epigenética y obesidad infantil
La epigenética se define como el conjunto de factores no genéticos que influyen en la expresión del ADN sin modificar su secuencia. Producen cambios fenotípicos en la persona sin alterar su genotipo. Influyen en la vida intrauterina y en los tres primeros años de vida. Se pueden dividir en prenatales y postnatales.

Influencias prenatales de la obesidad

Tabaquismo materno durante la gestación: Se ha encontrado que los hijos e hijas de mujeres que fuman durante el embarazo tienen más posibilidades de presentar obesidad que de mujeres que no fuman.

Incremento de peso durante la gestación: El Proyecto Viva, de Boston, que estudió una cohorte de más de 2.000 mujeres embarazadas y su descendencia, desde el comienzo de la gestación hasta la adolescencia, encontró que el sobrepeso a los 3 años de edad era 4 veces mayor entre los hijos e hijas de las mujeres que habían ganado un peso “excesivo” durante el embarazo.


Diabetes gestacional: Se ha publicado que el riesgo de sobrepeso a la edad de 5 a 7 años es mayor si las madres tuvieron diabetes gestacional no tratada en comparación con las que no la tuvieron.

Patrones de crecimiento infantil de la OMS

Este sitio presenta los patrones internacionales de crecimiento infantil para los niños de hasta cinco años. Estos estándares fueron desarrollados utilizando los datos recolectados en el estudio multicéntrico sobre el patrón de crecimiento de la OMS.
También se presentan documentos sobre el desarrollo de las curvas, los logros en desarrollo psicomotor y herramientas para la puesta en práctica de los nuevos estándares.

Referencias:
http://www.who.int/childgrowth/es/

Sobrepeso y obesidad infantiles

Aumento del sobrepeso y la obesidad infantiles

La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. El problema es mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. La prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante. Se calcula que en 2016, más de 41 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tenían sobrepeso o eran obesos. Cerca de la mitad de los niños menores de cinco años con sobrepeso u obesidad vivían en Asia y una cuarta parte vivían en África.


Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades conexas son en gran medida prevenibles. Por consiguiente, hay que dar una gran prioridad a la prevención de la obesidad infantil.

Referencia:
http://www.enciclopedia-infantes.com/obesidad-infantil/sintesis